Las varices se deben a la deformación y aumento de volumen de las venas. Es obvio que, en consecuencia, se alarguen y se ensanchen. Asimismo, se suelen volver flexuosas, que es una secuela del alargamiento.

Las varices son más frecuentes en el sexo femenino, debido precisamente a la gestación. Según distintos autores, la influencia de la herencia y la tendencia familiar varía entre el 55 y el 58 por 100. Por eso puede afirmarse, en general, que las varices afectan a uno de cada quince hombres y a una de cada cinco mujeres, a partir de los cuarenta y cinco años.

En lo que respecta a las varices del embarazo, hay que señalar que la dilatación venosa es un fenómeno generalizado y fisiológico que se observa muy precozmente después de la fecundación del óvulo. Sin embargo, las varices no acostumbran a manifestarse como tales hasta el segundo o tercer mes, y de ordinario inician su regresión a partir del octavo.

Entre el embarazo y las varices de los miembros inferiores existen estrechas relaciones: por un lado, las varices pueden hacer su aparición en el curso del embarazo y, por el otro, el embarazo puede agravar las varices que existían previamente.

La acción del embarazo sobre la circulación de retorno (sistema venoso) se debe a: 

1. La compresión del útero grávido, que, al ejercer presión sobre la vena cava inferior, dificulta el retorno venoso hacia el corazón y aumenta la presión en las venas de las piernas.

2. Factores hormonales. La progesterona, que provoca modificaciones en el tono de la pared venosa por acción sobre las fibrillas musculares de las venas, y favorece la dilatación de éstas. 

Sin embargo no todas las mujeres embarazadas tienen varices, lo que demuestra una predisposición de aquellas que las padecen. Generalmente se deben a defectos de las «valvulitas venosas» por tener una determinada constitución.

De los factores apuntados, la compresión de la matriz no influye decisivamente, sino que más bien son otras las causas de varices durante el embarazo. Los investigadores consideran que las varices varían en su intensidad, según la cantidad de hormona progesterona que exista en la sangre de la embarazada. Esta cantidad fluctúa durante el embarazo, de manera que aumenta su cifra en la sangre a medida que avanza el estado de gestación.

Confirma tales explicaciones el hecho de que más de la tercera parte de las venas varicosas que observamos durante la gestación aparecen durante el primer trimestre. Es decir, antes de que el agrandamiento completo del útero nos proporcione una explicación mecánica. Esto nos sugiere que defendamos con más intensidad la teoría hormonal.

El general se puede decir que las varices desaparecen totalmente después del primer embarazo, pero si reaparecen, en gestaciones sucesivas, la regresión no acostumbra a ser total.

Estamos seguros de que una de las alteraciones que más preocupan a las embarazadas son las varices, sobre todo porque aparecen —con más frecuencia— en la parte externa del muslo, rodilla y pierna, aunque también pueden aparecer en los genitales externos, labios mayores y en la vulva. Existe una predisposición a que las varices se manifiesten con más frecuencia en el miembro inferior izquierdo por razones de tipo anatómico. No todas las pacientes que tienen varices presentan el mismo tipo de dilataciones y alteraciones varicosas. Unas tienen ensanchamientos y tortuosidades que a manera de «arborizaciones» siguen un trayecto definido; en otras aparecen pinceladas, y algunas llevan en sus piernas trazados estelares y purpúreos que se deben a vénulas intradérmicas.

Además de producir alteraciones de la estética, que ya de por sí son preocupantes, las várices suelen dar síntomas. Las pacientes notan picores, hormigueos, sensación de calor, dolor (a veces intenso), tensión, pesadez, y se fatigan con facilidad. Pero nos cuentan que se notan más molestas cuando cruzan las piernas al sentarse o al dejar las piernas colgando cuando el asiento es alto.

Basta cotejar la historia clínica anterior o la ficha de la paciente con estas quejas para encontrarnos con frecuencia ante profesiones y tareas que son causantes de varices. Permanecer de pie durante períodos prolongados no les favorece nada. Todo lo contrario, creemos que una de las mejores medidas que se pueden tomar es conseguir un certificado médico que recomiende la actividad laboral sentada. En cuanto a las faenas del hogar, no pasa nada por hacer sentada lo que antes había de realizar de pie. Es mejor sacrificar la limpieza que perjudicar la salud.

Aunque a partir del sexto mes aparece una hinchazón por líquidos en las extremidades, que viene a aumentar las molestias, el cuadro clínico mejora en la posición de tumbada y sobre todo elevando las extremidades. Durante el verano se siente más la pesadez de las piernas debido a que el calor provoca una mayor dilatación venosa. Conocidos los motivos que originan las varices, nos inclinamos por una terapia (tratamiento) activa una vez que, concluida la gestación, las venas dilatadas regresan total o parcialmente.

También somos partidarios de todas las medidas higiénico-dietéticas que pueden ayudar a la futura madre. Todas son buenas y como .cada una por sí sola no puede acabar de manera radical con el cuadro clínico, es muy conveniente utilizarlas todas desde el primer momento.

Las medias o vendajes elásticos compresivos deben ser llevados todo el día, siempre que el obstetra los haya recomendado. Conviene, de todas formas, retirarlos por la noche sustituyendo su beneficio al levantar entre 8 y 10 centímetros los pies de la cama. Una medida sencilla de realizar y que aporta mucho alivio consiste en elevar ligeramente el colchón en la zona de los pies. Para ello tan sólo es necesario introducir debajo de éste unas mantas dobladas, de manera que se eleve esta zona. Esta medida tan fácil de realizar facilita el retorno venoso durante el descanso nocturno, y alivia de gran manera las molestias y la sensación de pesadez en las piernas. 

En cuanto a los medicamentos que se usan, los llamados venotrópicos, se han mostrado útiles y no comportan peligro para la madre ni para el feto. Los derivados de la rutina y la aescina se han utilizado periódicamente en nuestro medio con diferentes resultados. Nosotros pensamos que no conviene utilizarlos antes de la décima semana de embarazo.

Las inyecciones esclerosantes (la escleroterapia) no son oportunas durante la gestación, pues gran número de varices tratadas por este sistema vuelven a manifestarse. Son útiles en casos muy particulares y después de seis semanas del alumbramiento.

Como ventaja, hay que anunciar que cuando están indicadas no trastornan en absoluto el desarrollo del embarazo.

En resumen, podemos concluir que el tratamiento completo de las varices no debe llevarse a cabo hasta que el organismo vuelva a la normalidad después del parto, momento en que las varices remiten espontáneamente en la gran mayoría de los casos. Una medida efectiva y de suma importancia en la época posparto —el puerperio— de la paciente varicosa es que realice ejercicios musculares activos en la cama para contribuir a la prevención de la tromboflebitis. 

• Medidas a tomar 

1. Tomar todos los días un baño de agua tibia durante diez minutos a la vez que darse un masaje suave en las piernas, desde los tobillos hacia los muslos.

2. Evitar la exposición prolongada de las piernas al sol.

3. Proteger la piel y mantenerla bien lubricada (con el uso de geles, cremas o aceites) después del aseo y evitar el rascarse, los golpes o erosiones por un calzado defectuoso o inadecuado.

4. Hacer diariamente ejercicios de respiración profunda (utilizar las enseñanzas de las clases de educación maternal).

5. Evitar el uso de ligas o ropa ajustada en la mitad inferior del cuerpo. Las fajas deben usarse solamente para la deambulación. Evitarlas cuando deban estar largos períodos sentadas.

6. Mantener el peso ideal. Si aumenta, hacer una dieta de reducción de peso bajo vigilancia médica; al igual que se debe aumentar si es demasiado bajo.

7. No estar de pie o sentada más de una hora. Si debe permanecer de pie, se sentará diez minutos en cada hora, manteniendo las piernas algo elevadas. Si tiene que estar sentada a causa de su trabajo, viajes…, cada hora se pondrá de pie y caminará unos minutos.

8. Usar medias elásticas de compresión decreciente.

9. Usar zapatos cómodos y de tacón bajo; evitar el uso de zapatillas que no sujeten el talón.