Scarcale, famoso cardiólogo norteamericano, cuya dieta se trata de una variante a la dieta original de Atkins por ser fiel al principio de suprimir los carbohidratos. Su teoría es que dando una dieta hipocalórica y escasa en glúcidos, pero rica en proteínas y lípidos, se adelgaza.

Con estos principios diseña un plan de 14 días, en los que intercala alguna comida a base exclusivamente de frutas, que deben alternarse con otras dos semanas de dieta de mantenimiento en la que permite consumir frutas y verduras a voluntad, hasta alcanzar el peso-forma.

Los menús que confecciona para seguir los 14 primeros días son pobres en minerales, especialmente en calcio, lo que la convierte en una dieta totalmente contraindicada para aquellas etapas de la vida donde su aporte es fundamental: adolescencia, postmenopausia y tercera edad, y para paliar la llamada epidemia del siglo XXI, la osteoporosis.

Cierto es que con tal dieta se adelgaza pero a costa de sufrir los perjuicios y peligros que toda dieta cetógena comporta: la acidificación del organismo y propiciar la pérdida de proteínas propias, especialmente cuando la comida consiste solamente en ingerir frutas. Su abundancia en lípidos, sobretodo ricos en ácidos grasos saturados, sobrecarga el hígado, agravando hepatopatías preexistentes y problemas cardiocirculatorios y de colesterol.