La soja es una leguminosa, consumida tradicionalmente en los países asiáticos y que ahora se va introduciendo en nuestra cultura. Aporta principalmente proteínas, grasas y minerales y debido a los fitoestrógenos (isoflavonas) que posee parece que podría tener efectos beneficiosos, sobre todo en mujeres posmenopáusicas. Por estos posibles beneficiosos se está incorporando a nuestra alimentación, llegando a ser casi objeto de culto por ciertos sectores de la población. 

Composición

El grano de soja es una rica fuente de proteínas, grasas y minerales. El contenido de proteínas es muy elevado, de alrededor del 40%. Sin embargo, el valor biológico de esta proteína es bajo: solo se aprovecha alrededor del 60%. En cuanto al tipo de aminoácidos, su contenido en lisina es alto, pero el aporte de aminoácidos con azufre (metionina, cisteína) es bajo.

Tradicionalmente, para aumentar el valor biológico de estas proteínas, la soja se ha asociado a los cereales, que al contrario de la soja, son bajos en lisina y ricos en aminoácidos azufrados. Gracias a esta combinación (suplementar la proteína de soja con metionina) la leche de soja puede utilizarse como sustituto de la leche de vaca en los niños con alergia a la proteína de vaca. Sin embargo, pueden darse casos de alergia cruzada a las proteínas de soja y leche. 

En cuanto al aporte de grasas, supone el 20%, y puede obtenerse el aceite de soja. Aunque prácticamente desconocida en nuestra alimentación, es una fuente de ácidos esenciales poliinsaturados, especialmente linoleico y alfa-linolénico. También aporta lecitinas. Hay que destacar que el aceite de soja es le primero que se utilizó sin problemas por vía parenteral, es decir, en pacientes que necesitan de soporte nutricional directamente en el torrente circulatorio, por fracaso de la función intestinal.

Al igual que la mayoría de los alimentos del reino vegetal, también aporta fibra, tanto soluble como insoluble. Las dietas ricas en fibra ayudan a la regulación del tránsito intestinal, y a evitar la carcinogénesis a nivel del colon, además de tener un efecto beneficioso sobre la glucemia plasmática (evita la elevación brusca de la glucosa en sangre después de las comidas) y sobre el colesterol en sangre, que puede disminuir hasta un 10%. En cuanto al aporte de minerales aporta calcio, zinc y hierro.

La biodisponibilidad de estos micronutrientes es escasa debido a la presencia de fitatos y oxalato que impiden su absorción intestinal. También contiene isoflavonas, denominadas genisteína, daidceína, y gliceteína, que tienen propiedades antioxidantes y ciertos efectos estrogénicos, a las que se deben parte de las virtudes atribuidas a este alimento.

Aunque su efecto es similar, se diferencian de los estrógenos naturales, que son hormonas esteroideas, en su composición química y en su acción antioxidante. Estas isoflavonas tienen capacidad de unión con los receptores estrogénicos de tipo beta, mientras que su afinidad por los receptores estrogénicos de tipo alfa es mucho menor. Los receptores beta predominan   en la pared de los vasos sanguíneos, en el hueso y en el sistema nervioso, mientras que los receptores alfa se encuentran predominantemente en la mama y en el endometrio. 

¿Cuáles son las propiedades beneficiosas?

En primer lugar, desde hace años se están estudiando los beneficios en cuanto a la posible disminución del colesterol de la alimentación rica en productos vegetales, y en particular de la soja; los estudios científicos demuestran que al sustituir parte de las proteínas de la dieta por proteínas de la soja disminuye el colesterol total y el colesterol malo (fracción de colesterol LDL), que se deposita en las paredes arteriales. Este efecto es más importante cuanto mayor sea la cifra de colesterol total inicial.

Este posible beneficio se debería a los efectos antioxidantes y estrogénicos principalmente, aunque también el tipo de la proteína parece desarrollar un papel. Aunque todavía no está totalmente claro el mecanismo causal, esto podría conllevar una posible disminución del riesgo cardiovascular. Los estudios científicos realizados en este campo han motivado que la Food and Drug Administration, que es el Organismo para el control de fármacos y alimentos en los EEUU, permita el etiquetado de los productos que contengan al menos 6.25 g de proteína de soja por ración, como que ”pueden reducir el riesgo cardiovascular”. Los mecanismos de este efecto todavía no están completamente aclarados pero podría estar mediado por un aumento de la secreción de ácidos biliares o por la inhibición de la oxidación del colesterol-LDL. 

Los estrógenos son las hormonas sexuales femeninas cuyos niveles caen definitivamente con la menopausia. Este efecto “estrogénico” explicaría la falta de “sofocos” menopáusicos observada en las mujeres orientales. Cuando llega la menopausia y los ovarios dejan de producir de forma brusca las hormonas sexuales se suele recomendar el tratamiento hormonal sustitutivo, con fármacos (siempre que no existan contraindicaciones) con varias finalidades: disminuir los síntomas asociados a la menopausia, evitar el aumento del riesgo cardiovascular que se produce al faltar la acción protectora de las hormonas sexuales femeninas y evitar la pérdida acelerada de masa ósea que se produce en esta etapa disminuyendo así la posible aparición de osteoporosis y fracturas.

Sin embargo, uno de los principales problemas que se producen en la práctica es el gran número de abandonos de este tratamiento, bien por mala tolerancia al mismo, o por falta de información. En este sentido, es posible que el consumo regular de soja no solo disminuya los sofocos menopáusicos sino que también podría igualmente prevenir la osteoporosis y evitar el incremento del riesgo cardiovascular que se produce en la menopausia, al igual que se ha demostrado en poblaciones orientales. 

El consumo de este alimento sería conveniente pues en mujeres menopáusicas que no deseen o presenten contraindicaciones para el tratamiento hormonal sustitutivo. Pero aún hay más: el bajo riesgo de padecer cáncer de mama en Japón con respecto a Europa Occidental (de 5 a 8 veces menor) se ha atribuido al mayor consumo de fitoestrógenos de la soja, donde la ingesta promedio es de 20-50 mg/día frente a Europa donde el consumo medio no llega a 1 mg/día.

Por todo ello, es posible que la soja en un futuro sea considerada casi un medicamento. Sin embargo, es difícil la introducción en nuestra alimentación tradicional diaria de un producto al que no estamos acostumbrados y en cantidades suficientes para garantizar la ingesta mínima de 40 mg dl día de isoflavonas. 

Posibles beneficios del consumo de soja

·        Disminución del riesgo cardiovascular del colesterol LDL

·        Disminución del riesgo de cáncer de mama

·        Evita los “sofocos” menopáusicos

·        Prevención de la osteoporosis

·        Aporte proteico en casos de "alergia a las proteinas de la leche de vaca"