Insuficiencia respiratoria
La insuficiencia respiratoria es la incapacidad del organismo para mantener los niveles arteriales de oxígeno (O2) y dióxido de carbono (CO2) adecuados para las demandas del metabolismo celular. Es un mal intercambio gaseoso entre el aire que ventila y la sangre que circula por los pulmones.
Es la situación clínica en la que los valores en sangre arterial de la presión parcial de oxígeno son inferiores a 60mmHg o los valores de la presión parcial de dióxido de carbono (CO2) son superiores a 50mmHg. En función de las alteraciones gasométricas pueden establecerse dos categorías diagnósticas.
Por un lado la insuficiencia respiratoria hipercápnica o global (presión parcial de CO2 superior a 50mmHg) denominada también insuficiencia ventilatoria.
Por otro lado la insuficiencia respiratoria hipoxémica o parcial (presión parcial de oxígeno inferior a 60mmHg) que implica siempre la existencia de un parénquima pulmonar patológico.
Causas
Casi todas las enfermedades que afectan a la respiración o los pulmones pueden causar insuficiencia respiratoria.
Una sobredosis de narcóticos o de alcohol puede causar un sopor tan profundo que la persona deja de respirar, produciéndose insuficiencia respiratoria.
Otras causas frecuentes son la obstrucción de las vías aéreas, las lesiones del tejido pulmonar, el daño de los huesos y de los tejidos que revisten los pulmones y la debilidad de los músculos que se encargan de la entrada de aire a los pulmones.
La insuficiencia respiratoria puede producirse cuando se altera la circulación sanguínea a través de los pulmones, como sucede en la embolia pulmonar.
Otras causas que pueden ocasionar un flujo anormal de sangre y que pueden causar insuficiencia respiratoria, son ciertas alteraciones congénitas de la circulación que envían la sangre directamente al resto del cuerpo sin pasar primero por los pulmones.
Síntomas
Una concentración de oxígeno inferior al valor normal causa cianosis (una coloración azulada de la piel) y los valores elevados de anhídrido carbónico producen confusión y somnolencia.
Independientemente de cuál sea la causa de la insuficiencia respiratoria, los valores disminuidos de oxígeno causan un mal funcionamiento cardíaco y cerebral, provocando una alteración de la consciencia y de la frecuencia cardíaca (arritmias) con riesgo de muerte.
El cuerpo trata de librarse por sí mismo del anhídrido carbónico con una respiración profunda y rápida, pero este tipo de respiración puede ser inútil si los pulmones no funcionan con normalidad.
Si la insuficiencia respiratoria se desarrolla lentamente, la presión en los vasos sanguíneos de los pulmones aumenta, ocasionando una alteración denominada hipertensión pulmonar.
Sin un tratamiento adecuado, ésta daña los vasos sanguíneos, dificultando la transferencia de oxígeno a la sangre y, al forzar el corazón, causa insuficiencia cardíaca.
El déficit de oxígeno provoca que la persona tenga las siguientes señales de alarma:
- la sensación de que se está ahogando (disnea)
- la piel y las mucosas adquieren una tonalidad azulada (cianosis) signo de que a los tejidos les llega poco oxígeno
- aumento del número de pulsaciones por minuto (taquicardia)
- hipertensión arterial
- aumento del número de glóbulos rojos para compensar el déficit de oxígeno (poliglobulia)
- confusión
- convulsiones
Por otro lado, el aumento de dióxido de carbono (CO2) provoca dolor de cabeza intenso, irritabilidad y desorientación.
Tratamiento
Inicialmente se administra oxígeno en la mayoría de los casos. También se debe tratar la causa subyacente. Se administran antibióticos para combatir la infección y broncodilatadores para dilatar las vías aéreas, pudiéndose administrar otros medicamentos para reducir la inflamación y prevenir los coágulos sanguíneos.
Cuando el tejido pulmonar está gravemente afectado, como ocurre en el síndrome de distrés respiratorio del adulto, los médicos consideran la posibilidad de administrar corticosteroides para disminuir la inflamación.
Sin embargo, no se justifica el uso sistemático de estos fármacos porque pueden causar muchas complicaciones, incluyendo una reducción de la fuerza muscular.
Por lo general, dan mejor resultado en las personas que padecen enfermedades que causan inflamación pulmonar o de las vías aéreas, como las vasculitis, el asma y las reacciones alérgicas.
Recomendaciones
Es importante que el paciente esté en las mejores condiciones posibles, con una nutrición adecuada, evitando fármacos que depriman el automatismo respiratorio y que disminuyan su nivel de conciencia y tratar adecuadamente otros procesos que puedan sumarse a su afección respiratoria.
Asimismo, es imprescindible aportarle una mayor cantidad de oxígeno para intentar revertir el mal intercambio gaseoso. A veces puede ser necesaria la ventilación mecánica.