El regreso de las vacaciones de verano y la vuelta a la rutina diaria suele ser motivo de molestias leves que pueden ser físicas, como fatiga, falta de apetito o dolores musculares, y psíquicas, como tristeza o irritabilidad. Es el conocido síndrome postvacacional.

Según datos del estudio "Hábitos del verano para superar el síndrome postvacacional", promovido por la organización "Cerveceros de España", la mitad de los encuestados afirma haber sufrido alguna vez el síndrome postvacacional que se da a la vuelta a la rutina laboral, mientras que un 11 por ciento asegura padecerlo todos los años.

Éste es un trastorno que suele afectar a personas jóvenes, menores de 40 o 45 años, que experimentan una ruptura brusca del ritmo vacacional incorporándose al trabajo sin transición alguna. Suele presentarse igualmente en aquellos que tienden a idealizar el periodo de vacaciones como la culminación de su bienestar personal.

También son propensos los que presentan de forma habitual malestar o disconfort con su trabajo y en la actividad laboral cotidiana y los afectados por el síndrome de burn out (“quemados”), que tienen problemas de agotamiento o desencanto con el trabajo que realizan.

A este respecto, el vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (semFYC), doctor Asensio López Santiago, aclara que el síndrome postvacacional no es preocupante aunque si el malestar no desaparece transcurridas dos semanas, “es necesario que el afectado acuda a la consulta de su médico de familia para descartar que no estamos ante un problema de otra naturaleza, que requiera una atención diferente”.

Síntomas físicos y psíquicos que tienen solución

Cansancio, falta de apetito, somnolencia, falta de concentración, taquicardia, dolores musculares, molestias en el estómago, sensación de falta de aire e insomnio son algunos de los síntomas físicos que presentan los afectados por el síndrome vacacional. A nivel psicológico, también pueden presentarse signos o trastornos como falta de interés, irritabilidad, nerviosismo, inquietud, tristeza o indiferencia.
Según López Santiago, hay soluciones para los dos tipos de síntomas. "Entre las medidas para corregir las alteraciones de carácter físico, al paciente se le aconseja regular los horarios y el reloj biológico los días previos a iniciar el trabajo. Para ello es preciso acostarse en los horarios habituales y ser prudentes con el tiempo dedicado a la siesta”.

Asimismo, este experto destaca que “es bueno dejarse al menos dos días del final de las vacaciones como periodo de adaptación. En el caso de que sea posible, es aconsejable regular progresivamente la intensidad de la actividad que se realiza en el trabajo. También es importante dormir más horas los primeros días de incorporación al trabajo, con un horario bien regulado”.

 
A nivel psicológico, el doctor López Santiago señala que es bueno “desterrar la idea o sensación de que las vacaciones son un estado absolutamente opuesto al periodo de trabajo, y por tanto que uno es sinónimo de placer y el otro lo es de malestar y sufrimiento”. “Además”, continúa, “es necesario asumir que se trata de un malestar propio de los primeros días y evitar darle de demasiada importancia; no se puede estar tampoco en una actitud de queja y malestar permanente”.

Por eso es aconsejable, por un lado, planificar actividades gratificantes para los días laborales, buscando un tiempo para el ocio, y por otro lado, afrontar la vuelta al trabajo como un nuevo periodo vital en el que se pueden desarrollar nuevas tareas para el desarrollo personal. Si la persona ya tiene los síntomas, debe tener en cuenta que no es el mejor momento para tomar decisiones importantes sobre su futuro laboral.

Mantener hábitos veraniegos ayuda

Asimismo, la lectura y el hábito de tomar cerveza son dos de las costumbres veraniegas que los españoles consideran más fáciles de mantener tras la vuelta de las vacaciones estivales.

Y es que, según los resultados del estudio "Hábitos del verano para superar el síndrome postvacacional”, el 70 por ciento de los encuestados asegura que mantener hábitos propios del verano es un elemento "clave para superar la vuelta al día a día después del periodo vacacional". 

Además de tomar cerveza y leer más -prácticas mencionadas por uno de cada dos encuestados-, otros hábitos que los españoles creen "fáciles de mantener" tras las vacaciones son, por ejemplo, el aprovechar "mejor" el tiempo de ocio o comer "más sano". 

Pero también hay hábitos estivales que los españoles consideran muy difíciles de cumplir, como el mantener la dieta, ya que un 48 por ciento de los encuestados piensa que la abandonará y se olvidará de la "operación bikini".  Hacer más deporte, cumplir el horario laboral y dormir la siesta son mencionados por un 36, 32 y 26 por ciento de los encuestados respectivamente, como otros de los hábitos veraniegos más difíciles de mantener para superar el síndrome postvacacional.

Los niños también pueden verse afectados

Pero no sólo los adultos padecen este trastorno. Los más pequeños también pueden experimentar un síndrome postvacacional cuando concluyen los días de ocio y se acerca la vuelta de colegio.

“Al igual que sucede con los adultos, en el caso de los más pequeños también hay que insistir que no estamos ante una enfermedad y que, en consecuencia, no hay que concederle demasiada importancia a las molestias que este síndrome provoca como son la fatiga, falta de apetito, molestias estomacales, tristeza, irritabilidad,…”, asegura el vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC).

Asimismo, las medidas para corregir este trastorno en los niños también deben centrarse en prevenir la aparición de la sintomatología y en asumir que las molestias pueden estar originadas simplemente por un cambio en la rutina diaria.

Por eso, a la hora de afrontar este trastorno es importante adoptar una actitud positiva, procurando que el niño no se “recree” excesivamente en la incomodidad  de los primeros días de incorporación a la rutina. Para evitar esto, los médicos de familia recomiendan a los padres que empiecen el horario escolar cuatro o cinco días antes del inicio del curso.