El tiroides es una glándula situada en la parte anterior del cuello, delante de la tráquea, y cuya misión principal es fabricar las hormonas tiroideas, llamadas T3 y T4. Estas hormonas influyen el metabolismo, es decir, en el funcionamiento normal del organismo, y su principal característica es que contienen iodo. Para poder fabricarlas, el tiroides capta con gran avidez el Iodo circulante en la sangre; y esta característica se puede aprovechar también para el tratamiento de determinadas enfermedades del tiroides, con yodo radioactivo.

A su vez la acción del tiroides viene determinada por la acción de otra hormona, (que se produce en la hipófisis, que es otra glándula situada en el cerebro), llamada hormona tiroestimulante (en forma abreviada, TSH), y cuya misión es estimular al tiroides para que produzca las hormonas tiroideas. Entre las posibles alteraciones que afectan al tiroides vamos a distinguir por un lado, las alteraciones de la forma y del tamaño (nódulos tiroideos, bocio), y por otro lado, las alteraciones de su funcionamiento, por exceso de funcionamiento (hipertiroidismo) o por funcionamiento defectuoso (hipotiroidismo). 

Cuando el tiroides aumenta globalmente de tamaño, e incluso se ve un agrandamiento en el cuello, es lo que se llama “bocio”. Esta alteración morfológica puede asociarse tanto a una situación de hipotiroidismo, como a una situación de “hipertiroidismo”. En otras ocasiones, las alteraciones morfológicas se detectan e forma de “nódulos tiroideos, que destacan en un tiroides por lo demás normal. También estos nódulos pueden asociarse a un funcionamiento normal, aumentado (hipertiroidismo) o disminuido (hipotiroidismo).