Tumor originado en los melanocitos o células que confieren la pigmentación a la piel.

Su incidencia ha experimentado un ascenso espectacular en los últimos años, posiblemente por las quemaduras asociadas a la exposición solar. Cuando se detectan en fase iniciales, su extirpación completa es curativa en la inmensa mayoría de casos.

De ahí la importancia de acudir al dermatólogo en casos de notar cambios en las características de un lunar.

En fases avanzadas pueden producir metástasis en ganglios, pulmón y prácticamente en cualquier órgano. Además, ni la quimioterapia ni la inmunoterapia consiguen resultados eficaces.

 A la hora de detectar este tipo de tumores conviene tener en cuenta los cambios en la asimetría de un lunar, por sus bordes irregulares y por los cambios de color. Por otra parte, cuanto más pequeño es un lunar más difícil es que se transforme en melanoma.

La prevención de la enfermedad pasa por la no exposición al sol durante las horas en las que se encuentra más vertical (entre las once de la mañana y las cuatro de la tarde) y en tener en cuenta que las cremas protectoras no deben utilizarse para tomar más el sol sino para prevenir la radiación.

En el caso de los niños la protección debe extremarse, no solo con cremas sino también físicamente (cubriendo el cuerpo y la cabeza) incluso a la sombra. Evitar quemaduras solares en los niños puede evitar en el futuro la aparición de melanomas.

Los casos de melanoma seguirán aumentando en España debido a la falta de concienciación que existe sobre los peligros del sol.

A decir de los especialistas, los españoles todavía no estamos concienciados sobre los peligros de la exposición a los rayos ultravioletas procedentes del sol a pesar de que, en los últimos veinte años, se ha triplicado el número de pacientes con melanoma.

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